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  • Foto del escritorBorja Ibrahim

Xenoblade Chronicles 3 (O cómo la voluntad se abre camino al futuro)

Noah, Mio y compañía se embarcan en una aventura tan emotiva como grandilocuente por todo Aionios para encontrar el sentido de la vida.


La muerte siempre debe ser inexacta, imprecisa y desconocida. Conocer la muerte es conocer el destino último y final de cada ser humano, privándolos de la experiencia de la vida y construyendo un sendero alienante donde la única voluntad comprendida es la de abrazar el descanso eterno, mitigar el dolor de la existencia que la melodía de los Eximios ofrece para regresar a la Reina.


Para poneros en contexto, Keves y Agnus son dos reinos enfrentados en una guerra eterna en la que los primeros se hace uso de la tecnología más avanzada mientras que los segundos emplean el éter para fortificar sus ejércitos donde el funcionamiento de sus sociedades es muy claro: viven para luchar y luchan para vivir. Las vidas de sus integrantes dura diez años desde su nacimiento, momento en el cual se celebra la Llegada a Casa -si no han perecido antes en el campo de batalla, claro-, devolviendo su vida y su esencia a la Madre Reina como símbolo de gratitud.


En Aionios la muerte es conocida como un status quo en forma de guerra que equivale a la paz y viceversa, aludiendo a uno de los lemas del Ingsoc que bien plasma George Orwell en la distopía por excelencia de 1984. Y es el concepto sobre el que se aplica la teoría lingüística de Sapir-Whorf al máximo exponente, pues la muerte es cotidiana, está normalizada, es el camino y el fin último, ya sea por caer en el campo de batalla o por cumplir con los diez años de servicio, con la marca roja tiñéndose de gris señalándote, recordándote día tras día que tu fecha de caducidad se aproxima. Es la verdad y la realidad que conocen todos los habitantes de Keves y Agnus, un círculo vicioso, un uróboros. Nadie se plantea por qué no viven más del tiempo establecido, por qué necesitan alimentarse, además de agua y comida, de vidas, no se cuestionan sus existencias, y ese pequeño y arbitrario acto es lo que da forma a las dos grandes civilizaciones de Aionios.



¿Pero qué ocurre cuando las dudas empiezan a germinar? ¿Se rompe el círculo? ¿O simplemente se desvía para reconducirse en algún momento porque el destino es inevitable? El propio videojuego complica responder a estas preguntas con un entramado que dispara tantas respuestas como preguntas -quienes hayan llegado hasta el final me entenderán-, pero las virtudes que presenta son innumerables. La idea que vertebra toda la semiosis y sobre la que está cimentado el discurso del título es el vínculo entre dos conceptos aparentemente contrapuestos, y no solo lo que ello supone desde el análisis central de Noah y Mio en cuánto a sus posturas existencialistas para liberarse de las cadenas a las que el mundo y los Relojes de Llamas los tienen sometidos, sino que a través de cada protagonista y cada personaje secundario el prisma se expande, contemplando historias que abrazan el éxtasis, la empatía, el nihilismo pasivo, la superación personal o el significado del deber como expresiones máximas de la vida, como el motor que los conduce y les otorga sentido. Porque no olvidemos que toda existencia se reduce a esa palabra: sentir, y encontrar un sentido. Nuestros héroes confrontan la búsqueda del libre albedrío no solo aplicándolo incesantemente, sino proporcionándole la elección a otros a través del conocimiento y la experimentación, no por obligación. Elegir es también poder oponerse y poder aferrarse al confort por encima de la incertidumbre. Es totalmente lícito.


Eso es lo que nos ofrece Xenoblade Chronicles 3, que miremos dentro de nosotros y exploremos nuestro sentir para poder elegir. Nacemos, nos criamos, nos educamos y nos introducimos en un sistema programado para sobrevivir en cuánto a bienes que materiales somos dignos de ganar, limitando nuestra comprensión de la realidad a nuestro capital y clase social, como bien hacen las Colonias de Keves y Agnus y sus rangos. ¿Acaso nos diferencia en algo nuestra forma de vivir que la de los dos países de Aionios? No nos alimentamos de vida -eso está claro-, en el sentido literal de la palabra, por supuesto, pero sí en el más rigurosamente metafórico desde el momento en el que ponemos nuestra existencia al servicio del enriquecimiento de otros y negamos nuestro derecho a vivir en pos del derecho a sobrevivir. Nuestros miedos pasan a ser los espectadores y configuradores a partes iguales de nuestras vidas, siendo agentes traumatizantes que despliegan una espiral de dolor y niegan el abandono de la zona de confort, de ese presente infinito en el que nos autoinducimos ya sea consciente o inconscientemente que equivale a una prisión de nuestros actos. Como la historia de ciertos Cónsules.



Con todo, los cielos de Aionios están bañados por el sonido de la despedida. Una melodía predominante establecida como el leitmotiv más poderoso de Xenoblade Chronicles 3 y de toda la franquicia. Notas silbadas a la efimeridad del viento y articuladas como un canto a la vida y la muerte por igual, al principio y al fin, al Alfa y el Omega. Las melodías de Eximio que Noah y Mio susurran a todos los cascarones repartidos por el continente, amigos o enemigos, son un recuerdo de lo finito y perecederos que somos y de que, en contraposición a lo que simbolizan los Relojes de Llamas, debemos aprovechar nuestro tiempo en este mundo.


Todas estos planteamientos filosóficos están entremezclados en un mundo rico en paisajes, hábitats y rincones ocultos -la geografía de este videojuego es digna de elogio y estudio- que se sirve de elementos jugables fruto de la asimilación de los sistemas de Xenoblade Chronicles y Xenoblade Chronicles 2 -enfatizando una vez más que aquí todo es un vínculo- de los que hace uso para potenciar el dinamismo en combate, ofrecer nuevas reglas (las diferentes clases para todos los gustos aportan un factor estratégico bastante variado junto al equilibrio entre roles) y consolidarse como la mejor jugabilidad de la licencia, alcanzando su cénit en las Cadenas que involucran a todos los personajes del combate -Héroe seleccionado incluido, que no son pocos- para desatar una lluvia de mamporros sobre el enemigo y cuya afinidad depende mucho de las cartas que vayas alcanzando en cada ronda.



Xenoblade Chronicles 3 no es solo una vuelta de tuerca a las historias políticas de naciones enfrentadas, es también una analogía del mundo que hemos construido y una invitación a romper nuestras cadenas, sonreír y mirar al futuro pese a tener que aceptar su ambigüedad. La historia de Noah, Mio, Lanz, Eunie, Taion, Sena, Riku, Manana y todos los lazos estrechados por el camino es una oda a la voluntad por elegir el futuro y liberarnos de quienes nos obligan a aceptar una visión en un mundo tan variopinto y rico en matices donde cada vínculo importa. Porque el ciclo de vida y muerte es el mismo, pero depende de ti la manera en la que aceptes hacerle frente. Depende de tus decisiones. Y de tu sonrisa.


Borja Ibrahim.

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